¿Alguna vez has estado contando los días esperando que algo suceda? Me imagino que sí. Lo hacemos desde niños. Mi mamá hace poco me recordaba cómo yo hacía un conteo regresivo hasta que llegaba el día de nuestras vacaciones anuales en una hermosa playa del país donde nací. Y claro, también recuerdo la emoción de contar los días antes de la celebración nupcial que unió mi vida con la de mi esposo. Después llegó el momento de esperar, contando también, la llegada de cada uno de nuestros hijos.
Ese escenario se repite de diversas maneras en nuestras vidas; a veces en circunstancias agradables, otras, no tanto. Esta semana comenzó otro conteo regresivo para muchos cristianos. ¿A qué me refiero? Al adviento. En el mundo evangélico norteamericano es bastante común, sin embargo, en Latinoamérica no lo es. Creo que en parte se debe a que, por alguna razón, lo asociamos solamente con una celebración católica.
Adviento viene del latín adventus, que significa llegada o venida y comienza a celebrarse el último domingo de noviembre. Se extiende hasta el 25 de diciembre porque es la fecha en que tradicionalmente celebramos esa venida de Cristo, la Navidad. Pero el adviento también implica un enfoque en la segunda venida de Cristo, la que todavía estamos aguardando. Así que es una temporada de celebrar y también de anticipar, de conteo regresivo… ¡estamos anticipando que nuestro Salvador por fin regrese a establecer su Reino, y podamos habitar por siempre con Él!
Aunque el adviento tradicional incluye el encendido de velas, cada una con un significado especial, y algunas otras prácticas que varían según la denominación y la liturgia, hay algo que todos podemos celebrar: Cristo. Adviento es una temporada para enfocar nuestras mentes en el mayor de todos los milagros: Dios con nosotros. A veces se nos hace demasiado familiar y olvidamos que el Dios eterno, infinito, inmutable, ilimitado bajó para compartir con lo efímero, lo cambiante, lo limitado. Vino a nosotros para traer salvación. ¿¡Cómo no celebrarlo!?
Adviento es una temporada para enfocar nuestras mentes en el mayor de todos los milagros: Dios con nosotros.
Esta temporada la tentación es a enfocarnos en todo lo demás: el ajetreo, las compras, los compromisos. Quizá en este año tan diferente el enfoque se nos escurra a pensar en cómo celebrar en medio de tantas limitaciones. Y, una vez más, Cristo «se nos pierde» entre tantas otras cosas.
Por eso hoy quiero invitarte a celebrar el adviento, aunque te suene raro, aunque tal vez no lo hayas hecho antes y no sepas por dónde comenzar. ¿Qué te estoy proponiendo? Un tiempo de Navidad que gire alrededor de su verdadero motivo: el Salvador que vino y que vendrá. ¿Cómo lo hacemos? Pues hay muchas maneras. En lo personal, escogí un plan de lectura de la Biblia con pasajes enfocados en este tema. No solo los estoy leyendo, también he decidido copiarlos en una libreta porque eso me ayuda a meditar más y mejor en la Palabra. Además, me gusta comenzar a leer un libro de lecturas diarias que esté centrado en Cristo y su venida (al final dejaré una lista de recomendaciones). Todo esto además puede realizarse en familia y, en dependencia de la edad de los hijos, hacer otro tipo de actividades. Si son más pequeños, debes pensar en lecturas adecuadas a la edad, dibujos, manualidades, etc. Hace unos años escribí un pequeño libro sobre la Navidad, con la idea de usarlo justo en familia. Puedes conocer más sobre ese libro aquí.
Y, por cierto, tal vez hayas escuchado que los cristianos no debemos celebrar la Navidad porque Cristo no nació en diciembre, porque es una celebración pagana y muchos otros argumentos. Solo quisiera animarte a meditar en esto. Cristo vino y eso es lo que celebramos. Celebramos al Dios encarnado que dejó su trono y vino a morir. ¿De verdad importa tanto la fecha, si fue en diciembre, septiembre o agosto? Lo cierto es que celebramos los cumpleaños de aquellos a quienes amamos y consideramos importantes en nuestra vida. ¡Cuánto más no debemos celebrar a quien nos trajo de muerte a vida!
Cristo vino y eso es lo que celebramos. Celebramos al Dios encarnado que dejó su trono y vino a morir.
Este año, con todo lo que hemos vivido, ya sea la tristeza por pérdidas, el dolor de lo que no fue, la enfermedad... nos presenta todavía más motivos para celebrar adviento. Cristo regresará, vendrá de nuevo, y todo lo que 2020 representó, ya no existirá más. ¡Gloria sea Dios! Celebramos expectantes su venida.
Lecturas para adviento:
El gozo verdadero de la Navidad, John Piper
El corazón de la Navidad, Wendy Bello
Reflexiones diarias de Navidad, autores y colaboradores de LifeWay
Bendiciones,
Wendy
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