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  • Writer's pictureWendy Bello

Cristo, Dios con nosotros (Adviento, Semana 4)

Hay misterios bíblicos, por decirlo de alguna manera, que nunca podremos entender a cabalidad. Y el versículo 23, del capítulo uno de Mateo, es uno de ellos: «¡Miren! ¡La virgen concebirá un niño! Dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel, que significa “Dios está con nosotros”».

Antes de adentrarnos en el tema, regresemos un poco en el tiempo. En la época en que Isaías fue profeta el pueblo recibió este anuncio por primera vez (Isaías 7:14). Hasta ese momento los israelitas conocían a Dios, eran su pueblo; pero para relacionarse con Él tenían que ir a través de una persona, el sacerdote de turno. Por decirlo de alguna manera, no era una relación estrictamente personal. Ahora Dios les estaba diciendo que eso terminaría un día, el tiempo en que Dios parecía distante llegaría a su fin, ¡conocerían al Dios Emanuel!


Esto es lo que se conoce como la doctrina de la encarnación. Cristo, el Hijo de Dios, la segunda persona de la Trinidad, tuvo un cuerpo humano. Él fue completamente Dios y completamente hombre,

al mismo tiempo.


Cristo se hizo hombre para cumplir con el plan de Dios para la humanidad (He 2:5-9), para llevarnos a la gloria (He 2:10-13), para que fuera nuestro ejemplo (1 Jn 2:6), para interceder por nosotros como Sumo Sacerdote (He 2:17), para ser el único mediador entre Dios y los hombres (1 Ti 2:5). Él asumió toda nuestra humanidad, pero sin pecado (1P 2:22). Como humano experimentó emociones como las que tenemos los humanos. Sintió angustia y aflicción (Mr 14:33), enojo (Mr 3:5), tristeza (Lc 19:45). En su humanidad tuvo hambre y sed (Mt 4:2, 21:18; Lc 24:41; Jn 4:7) y sintió los efectos del cansancio (Jn 4:6). Jesús tuvo una mente humana, como la nuestra (Mr 13:32). Como nosotros, fue tentado, pero sin pecado (He 4:15). Dios lo envió al mundo como un hombre y vivió en una familia tan humana como cualquier otra (Lc 4:22; Mt 13:55; Lc 2:52).


No sé si te has detenido a pensar alguna vez en eso, pero a mí me deja sin palabras, y por esa razón lo considero un misterio. Dios dejó todo para convertirse en Dios con nosotros. Mateo está destacando que el nacimiento de aquel niño no era un suceso común y corriente. Nuevamente se asegura de que sus lectores comprendan que este es el cumplimiento de una profecía, y además, que no se trata de un ser humano más que nació, se trata de Dios viviendo entre los seres humanos. Lo que se había perdido en Edén, volvería a ser una realidad. Dios caminando entre nosotros, viviendo entre nosotros, de nuevo sería posible tener con Él una relación directa, personal. ¡Eso es grandioso y a la vez incomprensible!


Sin embargo, muchas veces tú y yo vivimos igual que vivían los israelitas en los tiempos de Isaías. Vemos a Dios como una figura distante, nos olvidamos de que está con nosotros, Emanuel. No importa lo que estemos atravesando, ¡no estamos solas! De manera interesante, el Evangelio de Mateo termina con palabras similares a las de su comienzo. Esto fue lo que dijo Jesús: «Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos» (Mateo 28:20).


Así que este es el tema de la última semana del Adviento, la llegada del Dios encarnado, Emanuel. Fue el amor de Dios lo que hizo que Cristo viniera en forma de hombre a habitar entre hombres, para dar salvación y reconciliarnos con el Padre.


Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna. (Jn 3:16)

Y con este artículo, me despido por este año. Quiero agradecerte por el tiempo que dedicas a leer estos artículos y también por compartirlos. Gracias por ser parte de esta comunidad, por apoyarme como autora al comprar o regalar mis libros. En la página de Calendario ya están algunos de los eventos para 2022, quizá puedas acompañarnos.


Es cierto que 2021 fue un año diferente, difícil para muchos. Pero también es cierto que Dios no cambió. Su misericordia, gracia, y amor permanecieron igual. Su plan no cambió en 2021. Y lo que somos en Cristo tampoco cambió en 2021. Y estas cosas no cambiarán porque no dependen de nosotros, sino de nuestro Dios eterno e inmutable.


Celebramos la Navidad, porque Cristo es nuestro mejor regalo. Y que la gracia y paz del Señor sean contigo en 2022.


Hasta el próximo artículo,


Wendy

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