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  • Writer's pictureWendy Bello

De vuelta

¡Saludos y feliz año nuevo! Luego de un mini-sabático de seis semanas, hoy regreso. Es la primera vez desde que comencé a escribir en mi blog allá por 2011 que tomo un receso así. Dios nunca se equivoca, Él diseñó el descanso para nosotros ¡y con toda razón! Aunque cada año tomo vacaciones junto a mi familia, nunca había estado por tantos días fuera del mundo de las redes, y ese fue uno de los mejores aspectos de este tiempo.




A pesar de que las redes son muy útiles para el ministerio que desarrollo y al que Dios me ha llamado, a pesar de que me permiten la cercanía con amigos, familiares que están lejos, compañeros de ministerio y más, no fuimos hechos para estar constantemente conectados a un mundo virtual que nos consume. Nuestros cerebros, como parte de nuestros cuerpos, también necesitan descansar, hacer pausas e incluso aburrirse. Sí, lo leíste bien. El aburrimiento nos ayuda porque, entre otras cosas, genera la creatividad.


Desconectarme de las redes me permitió descansar de la presión de publicar, por decirlo de alguna manera. Lo hice sin anunciarlo y hoy, mientras escribo, todavía no he abierto mi cuenta de Instagram. No tengo idea de lo que me perdí, ni de qué cosas son las últimas tendencias. De seguro hubo mucho contenido bueno que no vi, fotos hermosas de gente querida que nos disfruté. Pero, al mismo tiempo, tuve la oportunidad de "estar realmente presente" en muchos momentos inolvidables. Cuando nuestros ojos no están fijos en una pantalla, nuestro corazón disfruta más aquello para lo que fue creado. Con esto no quiero decir que paso 24 horas frente a una pantalla, pero sí le dedico tiempo y, al estar lejos por varias semanas, llegué a la conclusión de que no quiero regresar a los mismos hábitos. Con la ayuda del Señor quiero cambiar la manera en que uso las redes. Sí, voy a seguir publicando, pero no voy a estar allí tan a menudo. Creo que podemos usarlas, sabiamente y con intencionalidad, sin que nos roben tantos minutos preciosos que no regresarán.


El descanso también fue físico y lo necesitaba. El 2023 fue un año de mucho trabajo y estudio para mí, al llegar diciembre ya anhelaba descansar. No somos máquinas ni súper héroes de películas ficticias, somos criaturas limitadas para quienes el descanso no es un lujo sino una necesidad y una buena manera de cuidar "la casa de carne y hueso" en la que vivimos. Nos engañamos cuando cedemos a la mentira de que podemos pasar de una tarea otra, día tras día, sin hacer una pausa para recuperar las fuerzas físicas y también mentales. Jesús descansó (Mt 8:24) y mandó a sus discípulos a hacer lo mismo:


Los apóstoles se reunieron con Jesús, y le informaron sobre todo lo que habían hecho y enseñado. Y Él les dijo: «Vengan, apártense de los demás a un lugar solitario y descansen un poco». Porque había muchos que iban y venían, y ellos no tenían tiempo ni siquiera para comer. Y se fueron en la barca a un lugar solitario, apartado. (Marcos 6:30-32).


De modo que te exhorto a hacer tiempo para el descanso. Tiempo para observar la creación que nos rodea, tiempo para reír, tiempo para disfrutar la compañía de nuestros seres queridos, tiempo para conversar sin interrupciones, tiempo para meditar y evaluar. Tiempo para orar y contemplar la gloria de Dios reflejada en lo cotidiano.


Para ponernos un poco al día, en diciembre entregué el manuscrito del que será mi próximo libro. Estoy súper emocionada con ese proyecto que verá la luz en la segunda mitad de este año, si el Señor lo permite. Es un devocional de adviento, algo que había estado en mi corazón por mucho tiempo. Desde ya estoy orando que sea de bendición para muchas familias.


En diciembre también me gradué de Southern Baptist Theological Seminary. Terminé la maestría en estudios teológicos que comencé en 2020 en medio de la pandemia. Alguien me preguntó por qué había escogido estudiar algo así, en este artículo que escribí hace un tiempo está parte de la respuesta. Creo que no puedo describir cuánta alegría sentí al recibir ese diploma. Fue un momento inolvidable y toda la gloria es para el Señor que me sostuvo y ayudó, especialmente porque ya no soy la misma joven que entró a la universidad hace algunas décadas. Pero nunca es demasiado tarde si queremos continuar aprendiendo y preparándonos.


Al llegar enero he dedicado algunos días a reflexionar en 2023 y pensar, en oración, en 2024. Hacer planes es algo bueno siempre y cuando recordemos que es Dios quien pone y quita asuntos en nuestras agendas. Para esto usé dos cuestionarios. Uno de ellos solo está en inglés y lo encuentras aquí. El otro tiene la autoría de Donald Whitney. Fue mi profesor de Disciplinas Espirituales en el Seminario y aprendí mucho de él. El libro que lleva el mismo título de esa clase lo recomiendo con creces. Aquí encuentras el artículo con las preguntas para evaluar y considerar en un nuevo año. Realmente no importa si lo haces en enero o después, lo valioso es que aprendamos a examinar nuestra vida y lo que estamos haciendo con los días que el Señor nos concede (Salmo 90:12).


En 2024 sigo meditando a fondo en la eternidad, en vivir con la mirada más allá del sol. En este mes estaré memorizando este pasaje pues confieso que comencé el año pasado pero no lo terminé:


Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven. Porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. (2 Corintios 4:16-18).


No será el único porque quiero dedicar más tiempo a memorizar las Escrituras, pero el plan es escoger varios que estén relacionados con este tema. ¿Practicas esta disciplina de memorización? ¿Qué te ha resultado más útil en el proceso? ¡Me encantaría escuchar!


La otra disciplina espiritual en la que quiero crecer este año es la oración. Tal vez sea tu caso también. No creo que podamos decir que ya hemos orado lo suficiente. ¡Hay tantas cosas por las que podemos y debemos orar! En parte esa fue la razón por la que escribí este libro y me encantaría animarte a leerlo si no lo has hecho ya. Comencemos 2024, avancemos cada día, conscientes de nuestra necesidad de acercarnos al Señor con un corazón rendido que reconoce su pequeñez, su tendencia a desviarse, su egoísmo e incapacidad para mirar al mundo como lo hace Jesús. Oremos para que haya en nosotros el deseo de buscar el rostro de Dios, de vivir para Su gloria y caminando en santidad. No lo hagamos solos. Tener compañeros de oración es una manera no solo de compartir las cargas sino de recorrer el camino acompañados y contar con alguien que puede brindarnos ánimo y hasta confrontarnos cuando sea el caso. Doy gracias a Dios porque algo que me llevo de mis días en el Seminario es una compañera de oración. No estamos cerca pero la tecnología –y este es un ejemplo de sus beneficios– nos permite tener reuniones de oración.


Ahora ya me despido. Gracias por tomarte un tiempo y leer estas líneas. Le pido al Señor que cuando mis correos lleguen a tu buzón lo hagan con palabras que puedan edificarte y apuntarte a Cristo. Aprovecho también para pedirte que cuando veas mi nombre en tu buzón, ores por mí. Es el mejor regalo que puedo recibir. ¡Gracias mil!


Por Su gracia y para Su gloria,


Wendy

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