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  • Writer's pictureWendy Bello

Para cuando la Navidad no es lo que esperabas

Lo recuerdo bien, fue hace casi 10 años. Era la Navidad de 2013. Ese año las tradiciones navideñas que como familia solíamos tener salieron por la ventana. Bauticé aquella temporada como la "Navidad imperfecta". Hubo circunstancias que así lo provocaron. Todo era diferente y parecía que el mundo giraba tan rápido a mi alrededor que los días se me resbalaban entre los dedos… y con ellos "mi Navidad".


De pronto, mucho de lo que antes era normal había cambiado.En mi corazón comencé a luchar con Dios porque no me gustaba este nuevo sentido de “lo normal” que estaba llegando al día a día.Y fue en una conversación con mi esposo, entre casi lágrimas de frustración y tristeza, que por fin lo entendí cuando él me dijo: “Estás así porque no puedes controlar la situación”. ¡Eso era!

Aquella temporada navideña me parecía “imperfecta” porque yo no tenía el control, porque Dios estaba haciendo olas en mi vida y no me gustaba mucho. Yo quería la calma de siempre, lo conocido de siempre. Pero "lo de siempre" nos lleva a acomodarnos, a olvidar que el control es una ilusión y que Dios no tiene la intención de dejarnos donde mismo estábamos sino que está obrando constantemente para hacernos más como Cristo. Y eso muchas veces implica cambios o circunstancias inesperadas.

Aquella etapa la recuerdo muy bien porque el Señor me pasó por diferentes pruebas y fuegos. ¡Y cuánto me mostró mi necesidad de rendición! Las palabras del viejo himno resonaban una y otra vez, yo me rindo a él. Claro, es mucho más fácil cantarlo o escribirlo que hacerlo. Pero en Cristo encontramos la fortaleza porque Él se rindió al Padre por completo y en Su obediencia nos refugiamos. Pablo nos recuerda que ya no vivimos para nuestra propia agenda, ni según nuestros propios planes:


Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios,

el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Gálatas 2:20


Tal vez tu Navidad de este año se esté pareciendo un poco a esta que estoy contando aquí. Quiero animarte a recordar varias cosas. La primera Navidad fue un tanto así para quienes la vivieron. De seguro María no esperaba dar a luz en un establo maloliente y sin nada para acomodar a su bebé. Tal vez José hubiera preferido tener cerca a la familia para celebrar el momento y contar con ayuda para su prometida, pero estaban solos. Por otro lado, recordemos que la celebración no se trata de nosotros, ni de nuestros planes ni siquiera de nuestras tradiciones familiares. Aunque en todo eso pueda haber algo bueno, se trata de recordar que Dios vino, encarnado en Cristo, para estar con nosotros.


Mi problema aquella Navidad fue olvidar que estamos de este lado del sol y en este mundo caído nada es perfecto. Pero sí está todo bajo la soberanía del mismo Dios que aquella noche en Belén cumplió su promesa de enviar al Salvador que salvaría a Su pueblo de sus pecados. Sus palabras siguen siendo verdad hoy:


Pero el ángel les dijo: «No teman, porque les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor» (Lucas 2:10-11).


¿Te percatas de todo lo que implica ese versículo? No sientan temor, hay buenas noticias, noticias que producen alegría, nació El Salvador y ese Salvador es el Señor. ¡Cuántas verdades para recordar cuando nuestro mundo gira acelerado, cuando los planes se diluyen, cuando la vida no parece sonreír, cuando la Navidad sabe a tristeza, cuando las noticias que nos llegan no son alentadoras, cuando el temor quiere asfixiarnos y el alma se encoge. Las circunstancias de quienes recibieron la noticia, los pastores en el campo, no cambiaron; pero lo que sus ojos contemplaron fue tan grande que regresaron alabando y dando gloria a Dios. De eso se trata, incluso cuando la temporada de Navidad no sea lo que esperábamos.


Por cierto, el año que siguió, el 2014, no fue mucho mejor para mí. Hubo más pruebas y situaciones difíciles que no imaginaba. Sin embargo, lo recordaré siempre como el año que el Señor usó para dar un vuelco en mi caminar con Él. Y todo comenzó en lo que yo vi como una Navidad imperfecta pero que fue perfecta en los planes de Dios.


Por Su gracia,


Wendy

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