top of page
Search
  • Writer's pictureWendy Bello

Verdades para cuando el mundo parece al revés

Estoy segura de que si hacemos una encuesta, la mayoría de los creyentes responderá que cree en la soberanía de Dios. Creemos que Dios es soberano y afirmamos que es una verdad central de nuestra fe. Pero, ¿vivimos de acuerdo con esa verdad?

 


Estamos en la serie «Verdades», aprendiendo sobre el carácter de Dios y cómo eso tiene un impacto directo en nuestra vida.


La soberanía es uno de los atributos de Dios y, de una manera sencilla, cuando hablamos de que Dios es soberano estamos diciendo que tiene control absoluto sobre todo lo que sucede en este mundo, dominio sobre todas las cosas. En palabras del profeta Daniel:

 

Porque Su dominio es un dominio eterno,

Y Su reino permanece de generación en generación.

Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada,

Mas Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo

Y entre los habitantes de la tierra.

Nadie puede detener Su mano,

Ni decirle: “¿Qué has hecho?”.

(Dn 4:34-35)

 

En Su soberanía, Dios gobierna todo, y eso incluye tanto a su creación como a los gobiernos de este mundo:

 

Todo cuanto el Señor quiere, lo hace,

En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos. (Sal 135:6)

 

Dios reina sobre las naciones;

Sentado está Dios en Su santo trono. (Sal 47:8)

 

En estos tiempos a menudo escuchamos hablar acerca de cambios en el mundo natural, el medioambiente, al punto de que pareciera que todo va a perecer debido al desequilibrio ecológico y mucho más. Aunque bien es cierto que la raza humana no ha sido la mejor administradora de la creación, no podemos olvidar que Dios es soberano sobre su creación, Él la domina y nada va a suceder sin que Él lo determine. ¡El mundo no gira solo! Por otro lado, las naciones de la tierra también están sujetas a nuestro Señor Soberano, como vimos más arriba en el texto del salmo 47. Además, la Biblia nos recuerda que los que lideran, por Dios han sido puestos:

 

Él es quien cambia los tiempos y las edades; Quita reyes y pone reyes. Da sabiduría a los sabios, Y conocimiento a los entendidos. (Dn 2:21)

 

Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan. Porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas. (Ro 13:1)

 Dios es soberano sobre su creación, Él la domina y nada va a suceder sin que Él lo determine. ¡El mundo no gira solo!

Porque vivimos en un mundo caído, los gobiernos también lo son; no obstante, por Dios han sido instituidos y Él tiene un propósito con cada uno de ellos. Nuestro Dios no es un Dios de casualidades. Él no tiene un plan B; nada le toma por sorpresa y esto incluye tanto a los gobernantes como a nuestras propias vidas. Él reina sobre cada detalle. De hecho, incluso en nuestro sufrimiento está la mano de Dios.


Es muy posible que recuerdes la historia de Job. Todo el mal que Satanás trajo a la vida de este hombre fue porque Dios le dio autoridad para que lo hiciera (ver Job 1-2). Más adelante en la historia encontramos un escenario similar. Mira las palabras de Jesús a Pedro:

 

»Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido zarandearlos a ustedes como si fueran trigo. (Lc 22:31).

 

¿Te percataste? Lo que ocurriría después, la traición de Pedro, el abandono de los discípulos, serían zarandeados por el enemigo del alma, pero no sin antes tener permiso de parte de Dios y como para de Su agenda. Él gobierna sobre todo y eso incluye las huestes celestiales de maldad. Satanás y sus secuaces no tienen libertad de acción, también están sujetos al gobierno soberano de Dios.

 

En su soberanía, Dios salva. No hay nada que podamos hacer para obtener la salvación porque es obra de Él. Solo Dios puede traer de muerte a vida, despertar corazones de piedra y hacerlos de carne. Los muertos no saben que están muertos. Pero Dios, en su soberanía, ¡nos llama hacia Él!

 

Nadie puede venir a Mí si no lo trae el Padre que me envió, y Yo lo resucitaré en el día final (Jn 6:44).

 

También decía: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a Mí si no se lo ha concedido el Padre». (Jn 6:65)

 

Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme a la buena intención de Su voluntad. […] También en Él hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de Aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de Su voluntad (Ef 1:4-5, 11).

 

Esta verdad constituye no solo un descanso para cada uno de nosotros, a nivel personal, sino también en nuestro rol de madres (¡e igual para los padres!). Nuestra responsabilidad es instruir a nuestros hijos en el camino del Señor, orar por ellos. Pero no es nuestra responsabilidad salvarlos, ¡y no podemos hacerlo! Eso es prerrogativa de Dios. Así que podemos descansar en Su plan perfecto y soberano que es siempre el mejor, su voluntad es buena (Ro 12:2) incluso si nosotros no podemos comprenderla.

 Saber que Dios es soberano nos da esperanza para el futuro porque Él no solo dio comienzo a la historia, también le pondrá el punto final.

Saber que Dios es soberano debe dar paz a nuestro corazón. Las circunstancias difíciles, las situaciones que no esperábamos y que nos dejan sin palabras, las enfermedades que no vimos venir, todo está en la agenda del cielo desde antes de que nosotros existiéramos. Él lo sabe, lo orquestó y tiene un propósito. Pero no nos deja solos, en Su soberanía también ha prometido estar con nosotros hasta el fin.

 

Saber que Dios es soberano nos da esperanza para el futuro porque Él no solo dio comienzo a la historia, también le pondrá el punto final. Y la Escritura dice que aquellos que han sido rescatados por la sangre de Cristo en la cruz, tenemos la garantía de una eternidad con Dios en una nueva creación. ¡Él reina!


Tenemos un Dios soberano que no cambia, que es bueno siempre. Esas verdades son un bálsamo para nuestra alma, un puerto seguro donde podemos anclar la nave de nuestra vida y esperar que pase la tormenta.


Este artículo es parte de la serie Verdades. Estamos estudiando el carácter de Dios porque cuando la idea que tenemos acerca de quién es Dios no es fiel a lo que Él dice de sí mismo sino que es más bien el resultado de algo que hemos concebido en nuestra mente, ¡estamos en serios problemas! Si quieres leer la primera entrega de esta serie, haz clic aquí.


Gracias por leer y compartir,



 


bottom of page